Alicia
10/Jul/2011
bloody hand
01

Querida mamá:

¿Dónde estás? ¿Cuándo vas a volver a casa? ¿No puedes adelantar unas semanas tu vuelo de regreso? No te quiero fastidiar el viaje, sé que la India te hacía ilusión, que cualquier amante del yoga y la meditación tiene que vivir esta experiencia por lo menos una vez en la vida. Tenías razón cuando decías que somos unos egoístas, que por una vez teníamos que dejar que hicieras algo sólo para ti, algo más que ocuparte de papá, de Sara y de mí. Pero, mamá, tú elegiste ser madre trabajadora, yo no elegí esto. Yo sólo sé que tengo diecisiete años y que nunca voy a casarme, ni tener hijas como Sara. Esto es un desastre desde que te fuiste y necesito que vuelvas ya, lo antes que puedas, por favor.

No sé por dónde empezar. Un día notamos que faltaban compañeros en clase. Incluso hubo profesores que no venían, lo cual nos pareció muy divertido. Papá me contó que en su trabajo también había mucha gente que había pedido la baja por enfermedad. Pensamos que sería una gripe, o algo así. Luego vino el ejército y nos dijeron que nos quedáramos en casa. Lo de las vacaciones improvisadas no me hubiese importado si al menos tuviera mi Facebook y mi Tuenty para comunicarme con las amigas, pero se ha caído Internet, tampoco funcionan los móviles, ni el teléfono fijo. En la tele no dicen nada, ni en la radio… Sara está todo el día enganchada a no sé qué juego de zombis de la Play y como es habitual ni recoge sus cosas, ni ayuda en nada. Yo contaba con que papá pusiera un poco de orden en casa, pero no se encuentra bien. Creemos que fueron las lentejas. Se empeñó en hacernos la comida ayer, ¿sabes? Y nosotras no quisimos decirle que no, pero esas lentejas tenían un aspecto horrible. Cuando Sara las vio, se levantó de la mesa sin más y volvió a sus zombis sin decirnos nada. Yo le dije que no tenía hambre y me quedé en la mesa viendo como papá se comía esa sopa, no por gusto, sino por orgullo, porque él las había hecho con toda su buena intención y no veía ningún apoyo por parte de sus hijas, que éramos unas desagradecidas. En fin, que algo debían de tener esas dichosas lentejas porque poco después se puso pálido y está en cama desde ayer. No quiere más lentejas ni nada… Pese a la prohibición, he bajado a la farmacia y de paso he ido a ver a Loli que vive al lado. Ella me contó que Luisa está montando una fiesta en su casa para esta noche, a la que vamos a ir porque esto del toque de queda es un auténtico rollo. A las fiestas de Luisa sólo van chicas, pero mira, mejor eso que estar en casa con dos zombis. La farmacia estaba cerrada, pero la madre de Loli me dio unas pastillas rosas que dice que valen para todo. Papá ya se ha tomado tres y me ha hecho prometerle que no voy a volver a salir de casa. Le puse mi cara de santa y le mentí vilmente, tras lo cual se quedó dormido. No sé, mamá. Han pasado apenas 16 horas desde las lentejas y tiene un aspecto bastante malo. Está muy pálido y creo que tiene fiebre. Quizás debería ir a buscar a un médico, o avisar a alguno de esos soldados que están tan buenos… o quizás le pregunte esta noche a Luisa porque su padre es veterinario y seguro que sabe más de estas cosas. Por cierto, que tendré que estar al loro cuando vaya a la fiesta esta noche porque hoy al ir hacia la farmacia me pareció ver a lo lejos a un grupo de vagabundos muy raros haciendo una concentración en la calle… Ya sé que dices que no hay que juzgar a la gente por su aspecto, pero la verdad es que me dieron bastante mal rollo.

Bueno y, ¿qué tal en la India? ¿Está valiendo la pena? ¿No nos echas de menos? Vuelve pronto, ¿vale? Papá dice que el acceso al pueblo está bloqueado por los militares, pero puedes explicar a los soldados que esto es una emergencia. Porque lo es.

Un beso,

Alicia.

P.D.: Al volver de casa de Loli, pasé junto a Correos y se me ocurrió escribirte esta carta que espero que te llegue, allá donde estés.