Querida Cristina;
Nuestra visita a la iglesia será más pronto de lo que esperamos. Éste lugar ya no es seguro. Una de ésas bestias logró atravesar la puerta principal por un pequeño hueco que hay entre la verja y la pared.
Debería haberlo visto, hermana: iba arrastrándose por el agujero mientras emitía unos gemidos agudos. Como estaba muy alto se dejó caer al suelo y su cuello se partió en dos, pero él seguía avanzando, como si no hubiese sentido nada. Ni siquiera sé cómo sus mandíbulas terminaron en el tobillo de nuestro enfermero. Casi me siento culpable por no haber compartido mi pequeño botín de comida. Que se fastidie. Por su culpa ahora tenemos que dejar la casa.
Creo que fue mi rabia lo que me hizo coger una de las espadas de Víctor e incrustarla en la pierna de aquella bestia. Se quedó clavada en el suelo, pero lo peor de todo fue ver cómo esa cosa insistía en agarrarme sin percatarse de nada. Mientras tanto el pobre enfermero chillaba de dolor; le arrancó el talón y parte del pie. Tuve que abofetearle para que se calmara, menudo bujarrón. Casi se nos muere desangrado; luego le preguntaré qué cara tiene Dios, así podré darle forma a quien nos está causando tanto mal.
Los siguientes días no fueron a mejor. Logramos apaciguar a la bestia y lo quemamos. La pareja de ancianos tenía tanta hambre que propusieron comérnoslo en la cena, pero como comprenderá, hermana, hasta yo me di cuenta de que eso era una tontería y de que esa carne putrefacta sólo nos envenenaría a todos.
Ahora estamos haciendo el equipaje. Como esa bestia ha mordido al enfermero, no tardará mucho en volverse diabólico, así que le hemos atado de manos y pies a la cama de la habitación de invitados y le dejaremos ahí hasta que se pudra. ¿Para qué malgastar la poca comida que tenemos si va a morir igualmente?
De momento yo voy a por un bastón de repuesto, que me he acordado de que Víctor tenía uno guardado en su estudio. Cogeremos lo indispensable y los cuatro partiremos hacia la iglesia la semana que viene.
Recuerdos.
Aurora
P.D.: Ojalá haya algún cigarro esperándome entre los escombros. Lo necesito.