Aurora
06/Oct/2011
bloody hand
06

Queridísima Cristina;

Me siento feliz. Estas últimas semanas me han ayudado a recordar el por qué es tan maravillosa la vida. Aunque la llegada del otoño no deja que salgamos fuera debido al frío, tampoco podríamos porque un candado enorme en la puerta principal nos impide salir. Esos mal nacidos querían acabar con nosotros, estoy segura.

Lo primero que hicimos cuando nos rebelamos, fue amarrar a todos los médicos y enfermeros a las sillas del comedor. Les estamos obligando a tomar una mezcla de puré y pastillas mientras nosotros saboreamos la buena comida que tenían guardada en la despensa. El enfermero jefe tenía las llaves en su bolsillo, y me han hecho encargada de ellas. ¿Puede imaginárselo? Por fin se me reconoce algo en la vida.

No quiere soltar dónde ha escondido la de la entrada principal, así que le estamos dando un buen puñado de pastillas cada día. La semana pasada entró en shock y casi se nos muere. Pobre criatura. Desde entonces no deja de balbucear y rezar. Lo que no sabe es que Dios está de nuestra parte ahora mismo.

¿Se acuerda de la srta. Carla, mi enfermera? Le he buscado junto a algunos de nuestros compañeros desaparecidos y ni rastro en todo el geriátrico. Parece como si se hubiesen desvanecido. Y para colmo hay demasiadas puertas para las pocas llaves que tenemos. El resto tienen que estar en algún sitio, junto a la de la entrada, así que he mandado a los señores Julián y Roberto en su búsqueda. Me ha parecido extraño que el señor Roberto quisiese ir. Supongo que su hermano no quiere dejarle solo, puesto que había enfermado mucho en estas últimas semanas.

Como le he dicho, en estos momentos estoy feliz

Me acaban de informar que el enfermero jefe ha expulsado, junto al puré de ayer, la llave de la puerta maldita. No se lo he comentado antes, pero hay una puerta situada en el último piso de la que salen gritos y gruñidos estremecedores.

Mañana, después de desayunar, unos cuantos iremos a abrirla. Le juro que ni siquiera mi difunto marido, más conocido como “el bribón valiente”, querría acercarse a ella, pero necesitamos encontrar la llave de la entrada principal y aún no sabemos dónde están el resto de nuestros compañeros. Sólo con recordar esos gritos se me encoge el alma. Me pregunto qué bestia diabólica pueden tener escondida ahí dentro.

Le quiero, hermana

Aurora

PD: He empezado a torturar a la fresca de  mi enfermera. Y me está gustando eso de meterle palos por el culo.