Gabriel
24/May/2012
bloody hand
14

A quien quiera leerlo:

Sólo el dolor lacerante de mis piernas marcaban las horas que llevaba caminando, adentrándome más y más en el bosque. Y, al igual que en mi sueño, sentía como si los árboles me fueran aprisionando a cada paso que daba.

Unos ruidos en la distancia me pusieron en alerta. ¿Acaso hay algún zombi tan desesperado como para llegar tan lejos del pueblo? Saqué con cuidado el bate y me parapeté tras los árboles.

Distinguí una figura medio agachada. Emitía un murmullo ininteligible. Me acerqué sigilosamente. Crunch, crunch. El ruido de sus mordiscos silenciaba mis pisadas.  Me lancé a por él.

―Disfruta de tu última cena, cerdo ―dije.

La figura se volvió gritando:

―¡No, tío, no!

Frené el bate a escasos centímetros de la cabeza del Paji. Atónito.

―Maldito gordo, ¿otra vez comiendo a escondidas? ―le reproché recuperando el aliento.

―¿Gabriel? ―preguntó antes de salir corriendo―. Tíos, tíos, venid. ¡Es Gabriel! ―gritaba escupiendo trozos de nachos.

Guardé mi bate, aún sorprendido. El Sebas se abrió paso hasta mí.

―Cabrón. ¿Donde coño te habías metido? ―me dijo empujándome.

―No me jodas Sebas ―le respondí con otro empujón.

Empezó a reírse con nerviosismo y nos abrazamos.

―Me alegro de volver a verte, tío ―dijo.

―Y yo de veros sanos y salvos ―respondí.

Sebas se separó de mí, incómodo, observando de reojo a sus espaldas. Miré por detrás de él y, apartándole, me dirigí al claro. Cuando llegué, apreté los dientes y desvié la mirada con impotencia.

El Suko estaba apoyado contra un árbol, medio tumbado. Le faltaba una pierna, amputada por encima de la rodilla. Temblaba y sudaba.

―Ostia puta tío. Por fin apareces ―me reprochó.

―Si, creíamos que habías pasado a formar parte de uno de ellos ―dijo el Rulas apareciendo por detrás del árbol. Encendió un porro con el fuego de su cigarrillo y se lo dio al Suko, que lo cogió como pudo y se lo llevó a la boca sin dejar de tiritar.

―Lo mismo pensé yo de vosotros ―repliqué.

Les conté mi infructuosa búsqueda, lo que pasó con Alex y Jeni, lo cual no pareció extrañarles mucho; pero cuando llegué a la parte de Abel, se miraron entre ellos.

―¿Qué pasa? ¿Sabéis algo de mi hermano? ―pregunté nervioso.

Todos bajaron la mirada con aire distraído. Fue Sebas quien me respondió:

―Cuando íbamos a buscarte a tu casa, nos pareció ver corriendo a una chica con dos niños. Me recordaron a Abel. Estaban muy lejos y no podía estar seguro, pero ahora con tu historia… todo encaja.

Maldije dando un puñetazo al árbol, provocando que cayeran a nuestro alrededor un montón de hojas secas. Les pregunté airado cómo era posible que no hubieran ido detrás de ellos; alegaron que unos ruidos y gritos procedentes de mi casa les alertó. Cuando se acercaron, vieron a un grupo numeroso de militares que parecían arrastrar unos cadáveres. Entonces, un zombi les atacó por sorpresa, mordiendo al Suko en la pierna. Tuvieron que salir corriendo antes de que les encontraran los soldados. Finalmente se escondieron en éste refugio.

―Aquí donde le ves, al gordo se le ocurrió amputarle la zona en donde le habían mordido ―dijo el Rulas señalando con el cigarrillo al Paji.

―Lo vi en una peli ―se sonrojó el aludido.

―El caso es que desde entonces ha ido a peor. Gracias a la moto hemos ido aprovisionándonos de comida yendo y viniendo al pueblo, pero no podemos llevar al médico al Suko, eso es un hervidero de monstruos. Al menos, el rulas lo mantiene medio sedado con sus hierbas mágicas ―terminó diciendo el Sebas con una sonrisa apagada.

Me puse de pie, respiré hondo y cerré los ojos.

―Muy bien, esto es lo que haremos: Mañana a primera hora, Sebas y yo nos agenciaremos un cacharro grande para ir a pillar algo con lo que curarle. Después, buscaremos todos juntos a mi hermano. ¿Alguna duda? ―pregunté.

―El jefazo ha llegado ―tosió el Suko con media sonrisa y un rastro de sangre en sus labios.

Abel, ahora que he encontrado a mi grupo, iremos a buscarte. Con ellos a mi lado me siento más fuerte. Pero dime, si no estás con los militares, ¿dónde estás? Y sobre todo, ¿quién es ella y por qué está contigo? Como te haya hecho algo malo, juro que va a saber quién soy yo.