Sigo viva:
No lo comprendo. Se suponía que después de haber tomado la belladona caería en un sueño del que no me despertaría jamás.
Esta mañana abrí los ojos. Me senté en la cama y observé a mí alrededor; pensé que era el cielo, pero nunca me imaginé que fuera tan desordenado.
Sufrí un ataque de histeria, no paraba de reír. Tenía que estar muerta. Me dormí con lágrimas de dolor bañándome las mejillas pensando que jamás volvería a ver a la gente que amaba y amé. Sin embargo, sigo aquí.
Prima, que siga cuerda y viva; no significa que me haya curado milagrosamente. Cuando me levanté, fui al baño a limpiarme la herida. El pus había menguado pero la carne que la rodeaba estaba pudriéndose, pequeños trozos viscosos se pegaba a la gasa. Me dieron arcadas. Tuve que espantar varias moscas que se volvían locas con el apestoso olor.
Me preparé un cataplasma antiinflamatorio y regenerante. Cogí unas pinzas para retirar la carne podrida; no hace falta que te describa lo asqueroso que fue. Unas venas hinchadas recorren mi brazo, se mueven al compás del latido de mi corazón; las sigo viendo y sintiendo por mucho que intente ocultarlas bajo las vendas.
Estuve pensando seriamente en ir al laboratorio. Sé que es una tontería, pero es lo único que puedo hacer. No hay médicos, ni nadie que pueda decirme por que sigo viva. Debo descubrir como ralentice la enfermedad.
Ir al laboratorio significa tener que verle la cara a esa mujer, esa arpía ladrona que me usurpó mi puesto. Desde que ocurrió aquel incidente no volvimos a dirigirnos la palabra. Ahora, ella trabaja en el laboratorio y yo en la clínica del pueblo, señalada como bruja. Qué retorcida puede ser la vida.
No me asusta aparecer en el laboratorio y suplicar a esa oportunista que me deje hacer unas pruebas. Lo que realmente me asusta es salir de casa. Tengo que ir al otro lado del pueblo, donde se esconde el laboratorio, y eso me da pavor.
Si aquí las cosas están mal siendo las afueras, ¿qué pasará en el centro? Allí viven cientos de personas; algunas estarán enfermas y otras en el estado de Elisa antes de que la matara.
No sé que hacer. No quiero moverme de casa, aquí me siento segura, protegida; pero si no salgo, moriré, mi cuerpo se pudrirá lentamente y no creo que sea un bonito recuerdo que llevar a la tumba. Además, tengo la esperanza de encontrar una cura o ayudar a los que, como yo, siguen escondidos.
Cualquier héroe de película se sacrificaría y lo intentaría. Yo no soy una heroína y no lo quiero ser. Sé lo que debería hacer, pero no quiero hacerlo, no quiero ser yo la que tome esa decisión. ¿Por qué no me morí cuando debía? ¿Por qué no estoy en el infierno quemándome por el asesinato de Elisa? No quiero estar aquí, no quiero vivir este momento.
Prima, ¿qué debo hacer?
Iria
P.D.: He tomado una decisión. Si sigo viva es por algo, no creo en casualidades ni coincidencias. Sigo en esta mierda de mundo, así que intentaré hacerlo lo mejor que pueda. TQ