Iria
27/Nov/2013
bloody hand
23

Hola prima:

Me pasé la noche en vela releyendo la carpeta de Carmen. No sólo había datos del sujeto 0, sino una pequeña evolución de su proceso de infección. Estos datos no estaban en la carpeta la primera vez que la vi.
Comienza con las muestras que Ricardo traía de un pozo que acababan de abrir. Antes de que el agua fuera suministrada al pueblo, el laboratorio local debía comprobar que fuera apta para el consumo. Ricardo vio algo en el agua y se lo llevó a Carmen. Teniendo en cuenta su estrecha amistad, contó con su discreción.
El día que Ricardo trajo la muestra, su estado era febril. Según las anotaciones de Carmen, le habían salido unas horribles pústulas ulcerosas muy infectadas y su temperatura no bajaba de los 40 grados y medio. Lo llevó a la sala que estaba escondida en el rellano de las escalera de incendios para intentar bajarle la fiebre mientras esperaban a la ambulancia, la cual nunca llegó.
Su salud se agravó. Sufría convulsiones violentas y deliraba, balbuceando frases sin sentido. Unas horas más tarde, su corazón dejó de funcionar para despertar como otra cosa, algo inhumano, algo terriblemente hambriento. Carmen lo encerró durante todo este tiempo.
Las siguientes hojas las había visto, eran las pruebas que había hecho en busca de una cura. Pero como bien sabemos, eso no existe. Solo tenemos algo que lo ralentiza, ni siquiera parece ser funcional en los que ya están infectados.
Las últimas hojas describían las pruebas que había hecho con la modificación de mi brebaje. Había aislado el virus parasitario. Estaba realizando pruebas que conseguían anular su actividad aunque no lo destruía. El virus se adormecía y en ese momento, las pocas células sanas volvían a regenerarse, aunque no podían restaurar las zonas dañadas.
Horas antes de que los militares entraran en el laboratorio, Ricardo estaba más tranquilo, incluso emitía sonidos con intencionalidad, como por ejemplo: cuando deseaba comer, daba dos golpes a la camilla.
Encontré otro dato importante doblemente subrayado. Cuando comen, les da tal sensación de placer que, durante los siguientes 3 minutos y medio, están tranquilos. Después, el hambre vuelve con ferocidad.
Prima, este pequeño dato puede serme útil. Necesito hacer algunas pruebas y las muestras más cercanas del sujeto 0 están dentro del cuerpo de Alex. Si pudiera mantenerlo tranquilo mientras le clavo la aguja, sería perfecto.
Si no fuera porque el laboratorio esta destrozado, me animaría a intentarlo, pero ahora mismo sólo tengo muestras sin un laboratorio donde analizarlas.
Me dirigí a la cocina, esperaba encontrarme algo de café, si es que no habían destrozado la cafetera. La puerta de la despensa estaba abierta, en su interior escuché un sonido brusco y varios golpes. Me acerqué sigilosamente.
Dentro había una sombra oscura que agarraba algo con fuerza y se lo llevaba a la boca con voracidad. Pensé que era uno de ellos, un zombi que se había colado en el laboratorio al oler la sangre de la entrada.
Intenté no hacer ruido, pero algo se metálico cayó, alertando mi posición.
La sombra se giró sobre sí misma. Tenía los brazos a los lados y las manos colocadas en forma de garras, la cabeza agachada y sus ojos penetrantes puestos en mí. Agarré lo primero que vi, un gran cuchillo de cocina que se encontraba en la encimera. Di unos pasos atrás y esperé a que esa cosa corriera hacia mi; sin embargo salió despacio, cabizbajo.
Cuando la luz de la cocina le dió sobre el rostro manchado de sangre, reconocí al ser que se escondía avergonzado. Era Jesús, el hambre lo estaba consumiendo. En sus manos aún llevaba los restos del filete crudo que se estaba zampando.
No puedo decirte prima que la imagen de esa carne cruda me pareciera asquerosa, por que en cuanto la olí, lo primero que pensé fue en arrancársela de sus manos para poder sentir como bajaba por mi garganta.
Sin mediar palabra, se acercó al grifo y se lavó la cara y las manos. Bajé el cuchillo intentando serenarme. Quiso disculparse por haberme asustado, pero lo interrumpí, no podía admitir sus disculpas cuando yo misma deseaba hacer lo mismo.
Le pedí que se quitara la parte de arriba, tenía que examinarle la herida del brazo y las venas que cubrían su cuerpo. Como me había imaginado, al alimentarse su transformación se hacia más rápida, ni el brebaje podía parar al virus en pleno auge alimenticio.
Sus ojos empiezan a tener el color de los muertos y su piel mohosa amenaza con asomarse. No creo que Sebas tarde mucho en darse cuenta de lo que esta pasando. Tampoco creo que yo misma tarde en atacar la nevera como lo hizo él.
Cuando llegué al laboratorio, Ana y Sebas hablaban con familiaridad, no me imaginé que estuvieran de tan buen humor a esas horas de la mañana, no después de lo que habíamos vivido.
Cuando me vieron, me dedicaron una sonrisa de oreja a oreja, como niños pequeños que habían hecho algo bueno. Estaban apoyados sobre una mesa; al acercarme se apartaron, dejando a la vista un microscopio electrónico y varios aparatos que aunque no estaban en perfecto estado, parecían ser funcionales.
Sebas y Ana se habían pasado la mitad de la noche buscando instrumental que no estuviera excesivamente roto y a los que les faltaban piezas, se las habían reparado con partes de otros equipos.
Los abracé y los felicité por tan buena idea. Al final el hecho de que Sebas estuviera con nosotros era todo un acierto.
Prima, quizás no este todo perdido.

P.D.: Las muestras que adquirí en el ambulatorio se han echado a perder, demasiado tiempo fuera de un congelador. Aún me queda la opción de Alex.