Alicia
11/Ene/2013
bloody hand
18

Querida Sara,

Me alegré mucho de volver a ver a Sergio, aunque sus primeras palabras fueran para que cerrara la boca, pese a que no viniera solo, sino acompañado de un ejército de cincuenta zombis que no han dejado de perseguirnos desde entonces, convirtiendo nuestras vidas en una perpetua carrera.

Sí, a pesar de todo, me ha alegrado su vuelta porque cuando miro atrás me doy cuenta de que Sergio es la única familia que me queda. A veces me pregunto qué pensaría Mamá si pudiera verme aquí y ahora, no daría crédito a sus ojos. ¿Qué fue de esa chica llamada Alicia? Con lo arreglada que iba yo siempre… y mira la ropa que llevo ahora, por no hablar de estos pelos. ¿Qué hago aquí, perdida en el monte con estos desconocidos? ¡Si hace diecisiete cartas ni siquiera les conocía! Han pasado tantas cosas, nos habéis dejado ya tantos… Apenas puedo creer que alguna vez pudiera ser una chica normal con una vida normal. Ahora parece que eso fue hace siglos, ¿verdad?

Sergio nos ha contado que a la mañana siguiente de nuestra marcha, Lucas había desaparecido sin dejar una nota ni nada. Se quedó varios días en el chalet piloto, esperando a que regresara, pero no dio señales de vida. De modo que, tras recoger sus bártulos, fue en nuestra búsqueda. Nada más salir de la casa, tuvo la extraña sensación de que alguien le vigilaba. De hecho, según iba avanzando, cada vez se convencía más de que le estaban siguiendo. Fue al ganar altura cuando creyó divisar sombras entre los últimos árboles, muchas de ellas. Para entonces sus perseguidores ya habían decidido dar la cara y, tras lanzar un espeluznante grito de guerra, emprendieron la persecución, encabezados nada menos que por Lucas.

Sí, ahora Lucas es un zombi y viene a por nosotros. Para mí que lo ha hecho a propósito, Sara. Ése es tan retorcido que se ha convertido en zombi por gusto, sólo para vengarse de nosotros. No me sorprende que incluso después de muerto, nos siga odiando tanto, ni que su versión zombi siga teniendo cierto atractivo gracias a la lividez, o vaya una a saber qué. Lo que sí me ha chocado, y mucho, es comprobar que tú estés a su lado, precisamente tú. No sólo no estás tan muerta como pensaba, si no que no se te ocurre otra cosa que unirte a ese desgraciado. En fin, te disculpo porque supongo que tu cabeza no da para más y te falta medio brazo, pero quiero que sepas que si intentas hacerme daño a mí o a cualquiera de mis colegas, no tendré piedad. Porque estoy del lado de los vivos, Sara, y tú ya no eres tú.

Llevamos varios días tratando de despistaros, pero Lucas es muy listo y parece imposible daros esquinazo. A veces nos cuesta encontrar agua, dormimos poco y mal, y hace más de veinticuatro horas que no probamos bocado. Vamos a tener que volver a la civilización, o a lo que quede de ella. Necesitamos encontrar una casa en la que haya comida y un techo bajo el que podamos descansar para reponernos y trazar un plan. Tenemos que salir de aquí, pero ahora estamos demasiado cansados como para idear nada mínimamente inteligente. Pedro ha divisado una urbanización de chalets de lujo en la periferia, vamos hacia allá.

Te iba a decir que nos desearas suerte, pero supongo que no puedo contar con tu beneplácito. Nuestro éxito es tu fracaso, ¿verdad? Definitivamente, si Mamá me oyera, no podría dar crédito a sus oídos. Pero Mama está en la India, o donde quiera que esté, y nosotras estamos metidas en esta pesadilla de la que no podemos despertar.

A pesar de todo, te quiero.

Alicia.